Antes que nada quiero pedir disculpas a la legión de
seguidores de este blog por mi prolongada ausencia. Ha sido más de un mes alejado
de los ruedos debido a momentos de agobio laboral y a ciertos problemillas
familiares, afortunadamente superados.
Vamos a meternos ahora en harina.
Las últimas semanas han sido buenas para los amantes del
bueno y viejo rock’n’roll de la ciudad de Madrid.
El pasado día 23 el maestro José María Sanz Beltrán, más
conocido como Loquillo, presentaba en el foro su último disco. Una “puta
macarrada”, como él mismo lo definía en una entrevista, en que recupera algunas
de sus viejas canciones y las toca en formato rockabilly.
Para los que de jóvenes hemos llevado las botas, la chupa
de cuero y el tupé es una auténtica delicia, una delicatesen de las que de vez
en cuando te regala la vida, y si el disco es bueno, la puesta en escena del
Loco, con una banda clásica de rockabilly (los Nu-Niles) con sus guitarras,
contrabajo y coro de doo-wop fue sencillamente espectacular.
Ayer, 9 de mayo, los Burning (ojo, no extranjerizar el
nombre pronunciando “barnin” o “bernin”, la u se pronuncia como tal) celebraron
un curioso día de difuntos, casi con una celebración a lo mexicano. Tal día
como ayer de 1991 moría Toño Martín, el primer cantante del grupo y seis años
después, el mismo día, se nos iba el mítico Pepe Risi, guitarra y cantante de
la banda de La Elipa.
Pues ayer la actual formación de los Burning, liderada
por el incombustible Johnny Cifuentes, celebró sus 40 años en esto del rock con
un pedazo de concierto que no se lo salta un camello dopado. Impresionante
puesta en escena y un repertorio repleto de clásicos que, juntos, nos dieron
una noche increíble, inolvidable, apoteósica… todo lo que se diga es poco.
En ambos casos tuve la ocasión de ver lo que podríamos
definir como “un pulpo en un garaje”, es decir, alguien que va vestido como
para una fiesta en casa del embajador (con su Ambrosio y su bandeja de Ferrero
Rocher incluidos) y que están tan fuera de sitio como Lenin en una procesión de
Semana Santa (si se me permite la comparación).
En el concierto de rockabilly, a donde, por supuesto, fui
pertrechado con mis botas tejanas con estribos, como mandan los cánones,
apareció una criatura con una especie de vestido de cóctel verde, unos
taconazos del carajo, vamos, lo que viene siendo preparada para la ocasión… si
la ocasión hubiera sido una entrega de premios en el Círculo de Bellas Artes,
un desfile de la Pasarela Cibeles o una noche de estreno en el Teatro Real.
Ayer, viendo a los Burning, de pronto, apareciendo
sorpresivamente por detrás, al grupo en el que yo iba se nos colocaron delante
tres mujeres de sexo femenino u opuesto al mío, de mediana edad (los 45 no los
cumplían ya) y vestidas súper ideales con sus camisas, sus foulards al cuello,
sus pantalones de pinzas, sus zapatos de medio tacón… Yo creo que se habían
equivocado. En los paneles de la entrada del antiguo Palacio de los Deportes de
Madrid pude ver anunciado para fechas venideras un concierto de Spandau Ballet
(sí, has leído bien querido lector) y para mí que estas criaturas confundieron
las fechas.
De otra forma no se explica qué hacían en un sitio que se
veía a la legua que les resultaba incómodo. Allí se vendía cerveza (y en esas
aglomeraciones la cerveza se cae, reconozcámoslo), se cantaba a voz en cuello,
se dan palmas, se salta, se baila, vamos, lo que viene siendo el paquete
completo de comportamiento de concierto.
Si tú vas andando sobre el suelo mojado y pegajoso de cerveza
con la misma cara de asquito que si te obligasen a comer insectos vivos y miras
a todo el que salta, grita, canta y baila a tu alrededor con cara de “¡Dios
mío! Estoy en mitad de una tribu de bárbaros, temo por mi integridad” (y ojo,
que el grupo de Teruel que pululaba por los alrededores de dichas señoritas y
de mi grupo eran muy majos pero quizá un “pelín” demasiado intensos, o demasiado
cargados, incluso para la ocasión) es que estás donde no debes e incluso
posiblemente donde no quieres.
Ojo, respeto absoluto para todo y para todos. Que cada
uno vaya a donde quiera en las condiciones que quiera, pero sabiendo que te
tendrás que adaptar a lo que te encuentres y que las miradas de recelo,
asquito, desconfianza, están de más.
Yo me pongo mi traje y mi corbata cuando voy a trabajar y
me reúno con clientes; me pongo mi camiseta y/o mi bufanda rojiblanca cuando
acudo al Calderón; y en ambas ocasiones adapto mi actitud y mi comportamiento a
lo que se considera correcto en cada ocasión, no es que busque pasar
desapercibido, pero tampoco quiero dar la nota, ni por exceso ni por defecto.
Nada más propio para terminar esta entrada que la más
mítica de las canciones de los Burning, compuesta por el trío Risi, Toño,
Johnny y que ha dado título a esta entrada:
¿Qué hace una chica
como tú en un sitio como este?
¿Qué clase de
aventuras has venido a buscar?
Los años te
delatan, nena, estás fuera de sitio
Vas de caza a quién
vas a atrapar
No utilices tus
juegos conmigo
Mujer fatal,
siempre con problemas
Mujer fatal, este no es tu sitio